En medio de una pandemia, de procesos electorales que se avecinan, de una muy criticada actuación a la hora de tomar decisiones en el ámbito de atención al Covid19, de al menos dos de los líderes políticos de los países en cuestión ( Estados Unidos y México), entra en vigor el T-MEC, tratado que sustituye al TLCAN y en el que los países de América del Norte reanudan oficialmente relaciones comerciales, esas, que iniciaron en 1994 y que fue el parteaguas de la relación entre México, Estados Unidos y Canadá, considerado uno de los más importantes .
Con ventajas y desventajas sobre todo para México, es más importante tenerlo a no tenerlo.
Firmarlo a no firmarlo.
Las negociaciones se llevaron a cabo por dos administraciones distintas por parte del gobierno mexicano: la del ex presidente Enrique Peña Nieto y la del presidente Andrés López; obviamente con actores políticos diferentes y con intereses políticos diferentes.
Como sea, a pesar de todo, los beneficios son mayores y convenientes en diferentes rubros. De acuerdo al mandatario mexicano el T-MEC coadyuvará entre otros temas a:
- Promover el crecimiento del comercio digital y fortalecer la protección de datos de los consumidores
- Fortalecer y ampliar la protección de los derechos de los trabajadores
- Establecer obligaciones claras para cooperar en el combate a la corrupción
- Mayor acceso a servicios financieros y más oportunidades para las instituciones financieras mexicanas en los mercados de la región
- Adaptar el acuerdo a la evolución del sector de telecomunicaciones, optimizando las condiciones de infraestructura y de libre mercado necesarias para incentivar su desarrollo futuro
- Incorporar mecanismos de diálogo y colaboración para promover la participación de las pymes en el comercio regional